miércoles, 25 de mayo de 2011

Los Nuevos monstruos del Dr. Frankenstein.

Introducción
Desde que el Hombre es Hombre el mayor capital que tuvo fue el conocimiento y la capacidad, no solo el de atesorarlo, sino también el de transferirlo de generación en generación. Luego, el conocimiento es la herencia del Hombre para el Hombre.
Ese conocimiento, esos saberes, le posibilitaban mejorar día a día, generación tras generación, y mejorar su calidad de vida y la de sus semejantes; no solo el individuo productor de conocimiento se beneficiaba de estos progresos, sino la humanidad toda: el hombre como ser social transformaba su entorno y a sí mismo.
Además el conocimiento era acumulativo, ese progreso no sólo se veía en la calidad de vida de la gente, o de alguna gente, sino también en el progreso del conocimiento; el conocimiento adquirido se transformaba en base para más y nuevo conocimiento. Así el camino del conocimiento se convertía en una escalera a subir, escalón tras escalón, cada vez en más rápido ascenso, pero adónde y cómo, sin mirar para atrás, sin mirar para abajo.
Pero estas mejoras eran el anverso de la moneda; existía un reverso, ese reverso nos mostraba destrucción y aniquilamiento. Ese reverso le mostró al Hombre que el conocimiento se ponía en contra de él. Entonces era necesario poner reglas, crear una disciplina, había que categorizar los conocimientos, había que definir la ciencia, había que pensarla, y lo que es importante, demarcarla, para que no mordiera la mano que la alimentaba. Se había vislumbrado el peligro de tomar como ciencia, una pseudociencia.

Hipótesis
El peligro de la pseudociencias. El peligro de que una no ciencia guíe la mano del conocimiento científico es el miedo a generar un monstruo, por eso se necesita demarcar la ciencia, poner reglas precisas para saber qué es conocimiento científico y qué no. Entonces se empieza a pensar y enunciar criterios de demarcación, pero nace un nuevo problema, y es el de marcar como una pseudociencia a un saber sin tener duda alguna. Y surgen las discusiones en torno a los criterios de demarcación entre saberes científicos y no científicos. El problema de la demarcación, para eliminar el terror de que nos devore la criatura del doctor Frankenstein.
Éste puede ser uno de los motores que guían a los filósofos al pensar la ciencia, crear una madre de todas las ciencias para que se ocupe de pensar las ciencias y no se decida caprichosamente qué es ciencia y qué no. Lo cual nos conduce al problema de demarcación: discusiones en torno a los criterios de demarcación sobre saberes científicos y no científicos.
Pero también es el buscar un método por el cual el ciudadano medio, “los simples”, puedan acceder a ciencias que les posibiliten una mejor vida, un bienestar, o una cura y no caer en una paseudociencia que prometa lo que realmente no cumple y obtener un perjuicio por haber elegido un camino pseudocientífico en vez de uno científico.

Desarrollo
La demarcación entre ciencia y pseudociencia tiene mucho que ver con la crítica, la censura y la intolerancia en la investigación científica. La Teoría de Copérnico fue condenada al índice de ideas y obras prohibitivas por la Iglesia Católica que tenía el poder político y "científico" (1616). El Partido Comunista de la URSS declaró (1949) pseudocientífica a la genética mendeliana por "burguesa y reaccionaria" y mandó a sus defensores como Vavílov a morir en campos de concentración. Por lo tanto, el problema de la distinción entre lo científico y lo pseudocientífico no es un pseudoproblema para filósofos de salón, sino que tiene serias implicaciones éticas y políticas.
Pero volvamos para atrás en la historia y situémonos en siglo XVIII, donde todos los saberes están en pie de igualdad, irrumpe la revolución industrial y la revolución francesa con todas las nuevas ideas, pero fundamentalmente es la concepción de una sociedad basada en la razón y no basada en lo teocrático, por tanto se le arrebata a la iglesias todo instrumento de contralor, y en este caso el de considerar qué es ciencia, o qué merece serlo y qué no.
El problema de la demarcación es una cuestión relativamente reciente, data más o menos del momento en el cual la ciencia y la religión alcanzaron una independencia sustancial una de la otra.
En este contexto nace el positivismo lógico que hace de la Filosofía una teoría del conocimiento científico que pretende establecer las condiciones, normas o requisitos que debe cumplir un saber para ser considerado como "ciencia".
Analizar las relaciones entre ciencia y teoría del conocimiento según la perspectiva del positivismo clásico, vale decir, cuál es el papel de la filosofía según Comte, que enuncia las marcas de cientificidad que debe tener un saber.
La teoría del conocimiento o Gnoseología hace referencia a la búsqueda de fundamentación sobre bases sólidas de la nueva ciencia natural moderna, que tiene que poseer o buscar la objetividad de la representación de las verdades científicas.
Con Comte se empiezan a positivar los saberes y realiza un análisis semántico del término positivo, demarcando como deben ser las marcas de cientificidad, esto es, debe ser REAL, CIERTO, PRECISO, UTIL, en contraposición a lo quimérico, indecible, vago e inútil: dándose una nueva actitud filosófica frente a la ciencia, la nueva tarea de la filosofía será entonces la de reflexionar sobre la ciencia, pensar la ciencia. Con Comte la ciencia debe ocuparse de los hechos, de la observación y de la experimentación que permita llegar a un acuerdo respecto de la verdad según ciertas reglas:
1) Toda proposición debe reducirse estrictamente a enunciar los hechos observados.
2) La formulación de las relaciones constantes que conecten los hechos observados.
Y ver para prever, leyes universales que nos permitan predecir.
Según los positivistas lógicos del círculo de Viena, se establece un viraje definitivo de la filosofía ya que considera concluido todo conflicto de los sistemas.
La filosofía no va a transitar por la metafísica, la Lógica será la estructura del conocimiento. La filosofía no construye proposiciones, sino que éstas se aclaran y por medio de la ciencia se verifican.
Se establece las distinciones entre las proposiciones y pseudoproposiciones. La filosofía no es una ciencia y el resultado no es dar proposiciones filosóficas sino el esclarecimiento de las proposiciones y su delimitación. Por lo tanto ésta es la "gran revolución en la filosofía", o el gran hallazgo, y es la distinción establecida por Wittgenstein (1922) que define a las "proposiciones" como con sentido y a las "pseudoproposiciones" como carentes de sentido.
Según Rudolf Carnap, la "teoría del conocimiento científico" se tiene que ocupar de establecer, a través del "análisis lógico", del contenido cognoscitivo de las proposiciones. Por ésta causa los resultados de las ciencias empíricas, son "positivos", ya que son esclarecidos los conceptos particulares de las distintas ramas de la ciencia y se dan forma a las conexiones lógico-formales entre las proposiciones.
Por otro lado, en la metafísica, según el análisis lógico, se observa un resultado negativo ya muchas proposiciones aparecen con la total falta de sentido, por lo tanto se pudo eliminar la metafísica, de la lista de ciencias. Es entonces a través de la crítica del lenguaje que los positivistas lógicos aseguran superada la metafísica. Acá estamos en los primeros pasos para poder darles a las personas soluciones científicas y no oraciones a sus dolencias.

El principio de Verificabilidad (O de Verificación). Este criterio, también conocido como principio de verificación, es utilizado para valorar la verdad de las proposiciones. Como corresponde al punto de vista empirista de esta corriente, sostiene que la única forma de comprobar la verdad de una proposición no tautológica es la experiencia, la observación empírica. Este criterio identifica el criterio de significado indicando que una proposición es significativa si de ella es posible la verificación empírica.
Es Moritz Schlick quien propone expresamente el criterio de verificabilidad el cual no dice que una frase tiene significado cuando sabemos cómo verificarla, cuando conocemos qué observaciones nos llevarían a aceptar su verdad. Pero esta formulación es poco precisa y excluye todo tipo de proposiciones del tipo universales por lo que pronto se dieron distintas formulaciones; las más conocidas y sencillas son las siguientes:

Verificabilidad práctica: A una proposición le cabe el criterio de verificabilidad práctica si con los medios actuales podemos comprobar su verdad; es fácil ver que esta exigencia es demasiado severa pues nos llevaría a declarar absurdas algunas proposiciones que ni siquiera los empiristas más radicales estarían dispuestos a rechazar, si aceptásemos esta interpretación del criterio de verificabilidad tendríamos que concluir que en aquella época dicha proposición carecía de sentido puesto que no se podía comprobar; para evitar esta conclusión Ayer propone la verificabilidad en principio.

Verificabilidad en principio: una proposición es verificable si sabemos qué observaciones podrían decidir su verdad, aunque de hecho no dispongamos de los recursos necesarios para hacerlo; luego dicha proposición tiene sentido pues es verificable ya que sabemos qué experiencias podrían darse para comprobar su verdad; no ocurre lo mismo con las proposiciones de la metafísica tradicional del tipo “el alma existe”, pues no sabemos qué tipo de experiencias podrían decidir su verdad.
Pero otra dificultad del criterio de verificabilidad se refiere al alcance de la verificación:

Verificabilidad fuerte o concluyente: Schlick la propuso indicando que un enun­ciado es significativo si la experiencia puede probar concluyentemente su verdad o falsedad. Pero pronto se vio que pedir que la experiencia nos muestre de modo concluyente la verdad de una proposición era pedir demasiado. Si aceptásemos este criterio tendríamos que considerar imposibles de verificar (y por lo tanto absurdas) las proposiciones universales, y con ello las leyes generales de la ciencia, pues una serie finita de observaciones no puede establecer la verdad de una proposición universal.
Luego Ayer nos dice que tampoco tendrían una justificación, ni práctica ni en principio; pero tampoco podrían justificarse las proposiciones relativas al pasado, las de las ciencias históricas; de nuevo, Ayer reformuló el criterio de verificabilidad con el concepto de verificabilidad débil.

Verificabilidad débil: una proposición tiene sentido si es posible que la experiencia la haga probable; ya no se pide que la experiencia garantice de modo lógicamente necesario una proposición, sino sólo la probabilidad de su verdad. Todas las proposiciones relativas al mundo empírico son meras hipótesis probables, el ámbito de las proposiciones necesarias, de las proposiciones absolutamente ciertas es el ámbito de las tautologías, de las verdades lógicas y matemáticas. Aunque todos estos criterios logran cierto grado de verdad en las proposiciones, sigue llevando consigo el problema de dejar algunas ciencias afuera de la lista.

Principio de Confirmabilidad: Alfred Jules Ayer nos propone que una proposición tenga sentido si cada vez que observamos la experiencia, se confirma la proposición. La confirmación de un enunciado, según Carnap, es estrictamente lógica: los datos observacionales han de ser confrontados lógicamente con las consecuencias que se derivan de una determinada ley o teoría. Si en un momento dado disponemos de una serie de datos, obtenidos por observación, y de una serie de hipótesis explicativas de esos datos, hemos de determinar la probabilidad de cada una de las hipótesis con respecto a las observaciones con que se cuenta en un momento dado. La comparación entre las probabilidades respectivas, que definen el grado de confirmación de cada hipótesis, nos permite elegir como hipótesis confirmada aquella que, para unos determinados datos observados, posee mayor grado de probabilidad.
Surge así el concepto de grado de confirmación de un enunciado científico, que conlleva la previa cuantificación de la noción de confirmación: lo cual es posible apelando a la teoría de la probabilidad. Una hipótesis posee una probabilidad inductiva, que va aumentando o disminuyendo según las nuevas observaciones confirmen o no dicha hipótesis. El valor de una hipótesis va ligado al mayor o menor número de datos empíricos conformes a dicha hipótesis. Luego una proposición puede tener tal o cual grado de confirmabilidad. Esto nos indica que una proposición tiene valor de verdad mientras las observaciones confirmen dicha proposición, o aparezca una observación que la contradiga, entonces la sacamos de nuestra lista.

Criterio de traductibilidad: Por otro lado Carl Hempel nos propone que para que una proposición tenga significado cognoscitivo, si y solo si, debe ser traducible a un lenguaje empirista. Esta manera de concebir al significado cognoscitivo, parece servir de fundamento a gran parte del trabajo realizado recientemente por empiristas.
Como cualquier lenguaje, todo lenguaje empirista puede caracterizarse indicando su vocabulario y las reglas que determinan su lógica que permitan su construcción. Esto es, todas las reglas sintácticas con las cuales pueden formarse oraciones por medio de un vocabulario.
Si vemos una posibilidad específica un lenguaje debe poseer un vocabulario que contenga las locuciones habituales de lógica que se usan en la formulación de oraciones ej. (no, si, y, o, entonces, alguno, ninguno, para todo, etc.). Además deberá contener predicados observacionales que se ajusten al empirismo, y toda expresión que conecte las locuciones y los predicados. Como segundo paso éste principio deberá tener las reglas de la formación de oraciones, ej.: el sistema lógico del Principia Mathemática.
La construcción de un lenguaje empirista evita todos los inconvenientes señalados en las primeras formas del criterio de verificabilidad. Además tiene en cuenta los cuantificadores universales como “todo” o “alguno” y oraciones que las contenga no serán excluidas, por otro lado oraciones como “el alma es inmortal”, no puede traducirse a un lenguaje empirista, por lo tanto quedaría excluida. Entonces, con este criterio, ninguna pseudoproposición podría traducirse al lenguaje empirista.

El criterio de demarcación de Karl Popper, o de falsabilidad de las teorías. Este criterio debe diferenciarse claramente del criterio de demarcación del positivismo lógico, que es el criterio verificacionista del significado. Popper propone un criterio de demarcación que no es un criterio de significado, como sí lo era el de los empiristas, y que en principio no se aplica a todo enunciado científico sino sólo a las teorías.
Es cierto que para Popper, en cierto sentido, cualquier enunciado científico es una teoría, es teórico en un sentido importante, pero la distinción busca delimitar el ámbito de las teorías de las ciencias empíricas de manera categórica, diferenciándolas de otro tipo de teorías. Si bien el criterio de demarcación de Popper estaba motivado por su propósito de separar las teorías científicas de las que sólo eran pseudocientíficas, lo que realmente demarca el criterio de falsabilidad de las teorías es el ámbito de las teorías empíricas; podría decirse que separa entre ciencia empírica y lo que no lo es, y avanza en considerar al psicoanálisis y el marxismo vulgar como una pseudociencia.
Por otro lado Popper admite que las teorías metafísicas han sido y son muy importantes para la ciencia, en tanto han motivado problemas e investigaciones que han dado lugar a teorías científicas, o sea como parte de un programa de investigación que resulta en conocimiento científico. Naturalmente hay otro tipo de teorías científicas que quedan fuera de lo que delimita el criterio, como las teorías de las ciencias formales.
También Popper señala la falsabilidad o refutabilidad con la contrastabilidad de una teoría. Contrastable significa testeable, pasible de ser sometida a prueba. De modo no técnico, una teoría es falsable si está formulada de modo tal que pueda existir algún evento del mundo que, si tiene lugar, permitirá demostrar que la teoría es falsa. Esto se contrapone de modo contundente a lo que ocurre con las teorías pseudocientíficas que, como el psicoanálisis, permiten explicar cualquier hecho dentro de su dominio de aplicación y, por tanto, no pueden ser refutadas jamás.
Resumiendo, podemos asegurar que lo que puede refutar la teoría no es el hecho sino el enunciado que la describe. Popper define que una teoría es científica, o sea falsable, si está en una relación lógica de incompatibilidad con al menos uno de los enunciados que describen eventos o hechos observables, a los que denomina enunciados básicos.
La falsabilidad es un criterio epistemológico que se basa en una relación lógica, se refiere a que las teorías de las ciencias empíricas, deben estar construidas satisfaciendo tal relación de incompatibilidad con al menos un falsador potencial.
Hasta aquí hemos llegado tratando de explicar los distintos criterios o principios de demarcación que se han diseñado en nuestra historia, pensando la ciencia (Epistemología), para tratar de alejar el fantasma de que alguna pseudociencia domine nuestra realidad. Por cuanto los epistemólogos han puesto la lupa en una gran cantidad de saberes que pueden ser nocivas para los individuos si existiese el caso de ser considerada una ciencia.
Éste es el caso del psicoanálisis de Sigmund Freud, y el materialismo dialéctico de Karl Marx, que según el criterio de demarcación de Karl Popper, incurrían en errores de concepto y método que autorizaban a incluirlos, según sus tesis, dentro de la categoría de pseudociencia. Posteriormente, Paul Karl Feyerabend sostuvo, con Imre Lakatos (ambos discípulos de Popper), que el problema de demarcación de distinguir por razones objetivas la ciencia de la pseudociencia es irresoluble y, por lo tanto fatal para la idea de la ciencia de acuerdo a un correr fijo y universal de normas.
Aunque Popper calificaba al psicoanálisis como pseudociencia. No sugiere que no sea racional, o que no sea valioso. Popper mismo declara que el psicoanálisis: "Constituye una interesante metafísica psicológica (y no cabe duda de que hay alguna verdad en él, como sucede tan a menudo en las ideas metafísicas)".
Otro tanto ocurre con La teoría de la evolución que en el análisis epistemológico de Karl Popper, esta teoría no parecería excluir de su poder explicativo ningún caso posible, entonces es aparentemente irrefutable y no debería ser considerada científica. En este caso, el teórico del criterio de demarcación Imre Lakatos tomó como criterio de demarcación la posibilidad de predecir hechos nuevos (predecir nuevas especies), por lo que la teoría de la evolución, aplicando sus tesis, no estaría dentro de la frontera científica.
En otro plano La Teoría de cuerdas o Teoría M podría no ser falsable, según sus críticos. Diversos autores han declarado su preocupación de que la Teoría de cuerdas no sea falsable y como tal, siguiendo las tesis del filósofo de la ciencia Karl Popper, ésta teoría sería equivalente a una pseudociencia.
Sin embargo, este caso también podría ser un error de interpretación, ya que la teoría de cuerdas ha servido para comprender la entropía de los agujeros negros, o para modelar el plasma quark-gluon, observado en el Laboratorio Nacional Brookhaven. Asimismo, esta teoría podría ser falsable una vez se ponga en funcionamiento el LHC. Además la teoría de las cuerdas, es una teoría, no una ciencia en sí misma y una teoría no tiene valor de verdad, pero tampoco hace a la calidad humana diaria, que si afectaría una pseudociencia.

He aquí un cuadro con ejemplos de disciplinas consideradas pseudocientíficas, extractados del libro de Mario Bunge. ¿Qué son las pasudociencias?".

Alquimia : Precursora de la moderna química desapareció durante el siglo XIX, quedando en la actualidad únicamente algunos seguidores.
Astrología: Es la creencia en una relación causal entre la posición relativa de determinados planetas, satélites y estrellas y la personalidad y expectativas futuras de las personas. Sus bases como ciencia están refutadas desde el Renacimiento.
Biomagnetismo: Es el intento de curar enfermedades mediante imanes, su creador fue acusado de fraude recientemente, a pesar de ello es una disciplina en expansión y que ha logrado engañar a mucha gente.
Cerealogía: También llamados pictogramas o crop circles (en inglés), son dibujos que aparecen en campos de cultivo (trigo, maíz, etc.), supuestamente creados por extraterrestres, aunque sin evidencias empíricas.
Creacionismo y Diseño inteligente: Algunas interpretaciones literales del Génesis niegan la Teoría de la evolución y plantean hipótesis alternativas como si tuvieran la misma validez.
Criptozoología: Es el estudio de animales mitológicos, no reconocidos como reales por la ciencia.
Dianética (la “ciencia” de la cienciología) : La dianética es una parte de la cienciología, consistente en una especie de "psicología" basada en los principios de la cienciología, pretende curar toda clase de compulsiones, obsesiones, neurosis, y demás afecciones o enfermedades, incluyendo parálisis, cáncer y leucemia. Sin embargo nunca ha habido ninguna demostración científica de tales afirmaciones.
Feng Shui : Es una forma de geomancia que supone la existencia de supuestas energías como el chi. No tiene valor terapéutico ya que una energía propiamente dicha no puede ser positiva o negativa, no podría influir ni alterar el comportamiento humano y su relación con el medio.
Fisiognomía : Ciencia que permitiría conocer el carácter de una persona por los rasgos de su cara y la forma de su frente. La asignación de caracteres faciales y su asociación a rasgos de personalidad para los grupos humanos históricos, como los judíos o los eslavos, fue recuperada por el racismo pseudocientífico de la primera mitad del siglo XX, y una variante, la morfopsicología, inventada por un médico francés en 1937, todavía se emplea para selección de personal.
Flores de Bach : Los ensayos no demuestran ningún valor terapéutico más allá del efecto placebo, ya que no es compatible con ningún mecanismo físico-químico específico.
Frenología : Era una teoría que afirmaba ser capaz de determinar el carácter y los rasgos de personalidad basándose en la forma del cráneo.
Grafología : Se trata de la supuesta relación entre la escritura y la personalidad del individuo. No debe confundirse con la grafología o caligrafía forense, que es usada en la justicia como técnica auxiliar para determinar si un escrito pertenece a una persona en particular.
Homeopatía : Muchos consideran la homeopatía como un residuo pseudocientífico de la época de la alquimia. Los resultados atribuidos a la homeopatía se pueden explicar por el efecto placebo. Otra crítica a la homeopatía es su falta de consistencia externa. Esta teoría asume que el agua de algún modo "recuerda" las propiedades químicas de las moléculas que alguna vez estuvieron en contacto con ella, pese a que la investigación empírica no confirma la hipótesis de la llamada memoria del agua.
Numerología : La numerología actual se basa en los principios esbozados por Pitágoras. Consideraba que el universo es una obra sólo descifrable a través de las matemáticas. Los pitagóricos postulaban que la Tierra, el Sol y el resto de los planetas conocidos, giraban en torno a una fuerza simbolizada por el número uno.
Parapsicología: Esta doctrina sostiene la existencia de fenómenos como la telepatía, la videncia a distancia y del futuro, y la telequinesis, entre otros. La parapsicología atribuye esos supuestos hechos a la percepción extrasensorial y a otras capacidades supra-normales que no pretende explicar.
Psicoanálisis : Aunque ya tratado anteriormente podemos citar a Adolf Grünbaum considerado el heredero de Karl Popper en la crítica epistemológica al psicoanálisis, que considera por otro lado que el psicoanálisis sí es falsable, pero con el resultado de ser una teoría falsa.
Autores como Van Rillaer recopilaron ejemplos sobre la forma en que Freud y otros psicoanalistas descalifican a sus críticos empleando argumentos de autoridad y falacias ad hominem. Pese a lo anterior, el psicoanálisis sigue siendo materia de estudio en diversas universidades.
Telepatía : Es un término que se refiere a la capacidad mental de los humanos y otras criaturas de comunicar información de una mente a otra, la existencia de la telepatía no es aceptada por la comunidad científica.
Sintergética : La teoría sinergética fue establecida por el matemático y físico Hermann Haken. La teoría sinergética, según sus representantes, es una curación biónica y no un tratamiento médico.

Conclusión:
A modo de conclusión diremos que es fundamental la existencia de principios, reglas o criterios de demarcación, y al observar todas las pseudociencias del cuadro anterior, no debe dejarse a un absoluto albedrío la práctica de un saber que puede dañar a un individuo.
Los defensores del psicoanálisis como ciencia pregonan que habría que mirar los avances que logra esta disciplina y no sus errores. Por el contrario creo firmemente que un solo error que produzca un daño irreparable a un individuo es suficiente para revisar el grado de verdad de la disciplina que pretende ser una ciencia, recordemos el caso Juan Castro cuyo psicoanalista fue declarado culpable.
Aunque por cierto tal vez podríamos aceptar que “la ciencia es una empresa esencialmente anarquista; y que el anarquismo teórico es más humanista y más adecuado para estimular el progreso que sus alternativas basadas en la ley y el orden.” como expresa Paul Feyerabend padre del anarquismo epistemológico y considerado el enemigo de la ciencia. También es cierto que el pasaje a la praxis de una teoría científica no puede quedar librado al anarquismo; son innumerables los casos de personas mayores o menores que terminan en una sala de terapia intensiva por querer curar con flores de Bach o recetas magistrales homeopáticas alguna enfermedad que hubiera curado la ciencia médica con el uso correcto de un antibiótico.
Discutiendo a Feyerabend y teniendo en cuenta que, como dicen los padres del psicoanálisis, el Hombre es un ser esotérico, un anarquismo epistemológico o un anarquismo científico, nos llevaría de vuelta a las épocas donde creer tiene más valor que saber y que rezar más que razonar, ya que no se pediría valor de verdad a una ciencia.
Tal vez la respuesta está en que las reglas de demarcación también siguen una evolución, simplemente porque día a día sabemos más y entendemos más, pero por sobre todas las cosas es importante tener noción del camino que todavía hay que recorrer, y que la Epistemología tiene muchísimo para dar a la hora de pensar la ciencia, de la misma manera que lo han hecho a lo largo del siglo XX. Toda ciencia tiene el poder de ser perfectible tal como lo son las leyes de una nación, y tener la concepción de que el criterio de demarcación que diseñe la Epistemología no está para frenar el desarrollo científico, sino que son bases fuertes para fortalecer las ciencias y sus responsabilidades ya que están para cuidar a las personas.

Luis López Jordán

Profesorado en Física

IES Nro. 2




Bibliografía consultada:
AYER, A. J. El positivismo lógico. Mexico: Fondo de la cultura económica, 1986.-
BUNGE, M. ¿Qué son las pseudociencias?.
BUNGE, M. Crisis y reconstrucción de la filosofía, Barcelona, Gedisa, 2002.
COSO, R. Acerca del falsacionismo, liseum.com, 2002.
ENCICLOPEDIA LAROUSSE ILUSTRADA. La modernidad, el postmodernismo. Positivismo. Madrid. 1991.-
FEYERABEND, Paul: Adiós a la razón. REI. Argentina. 1982.-
GARDNER, M. La ciencia. Lo bueno, lo malo, lo falso, Madrid, Alianza, 1988.
LAKATOS, Imre. La cultura escolar en la sociedad posmoderna. Cuadernos de pedagogía. Madrid. 1994.-
MARÍN, A.B. HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, Universidad José Martí. Cuba. 2009.-
ONETO, F. Un tiempo para pensar. Introducción al quehacer filosófico. 1534.-
PONCE, Liliana. Blog: http://catedradeepistemologia.blogspot.com/
SAGAN, C. El mundo y sus demonios, Barcelona, Planeta, 2000.

4 comentarios:

Nautilus dijo...

¿Y qué es un “conocimiento que pueda dañar a un individuo”? Es cierto que la pseudociencia es potencialmente dañina, a nivel monetario principalmente, y a nivel físico, secundariamente. Conozco muchas personas que son afines a prácticas de pseudociencias y empero todas ellas están vivas y saludables. Con esto no quiero indicar que sean ciencias, quiero decir que el conjunto de mi experiencia privada me indica que esas personas están felices y contentas, por autosugestión, sí, pero al menos yo no conozco a ninguna que se trate, digamos, una gripe con pseudociencia.
La pseudociencia no afecta causalmente una determinada zona de la realidad, algo que de hecho sí hace la ciencia, y no tiene más poder causal para hacer “daño” que la misma ciencia real. Sostener una teoría de la fisión nuclear real y genuina es muy diferente a escribir una sarta de falsedades sobre el mismo proceso; la gran diferencia es que el primero funciona y el segundo no. El primero tiene, potencialmente, más posibilidades de hacer daño a individuos que la verborrea pseudo científica sobre el fenómeno. Quien altera de un modo la realidad o su medio ambiente es quien tiene, lógica y fácticamente, mayor poder, puesto que la ciencia es un conocimiento-poder para controlar un entorno inhóspito. Por cierto que las mayores pseudociencias no son las mencionadas por Bunge, como él mismo reconoció. Las mayor pseudociencia actual es la microeconomía y el neoliberalismo, un conjunto de perogrulladas sobre el comportamiento del hombre y los beneficios fantasmales de la privatización que ninguno de los “escéptico” (escépticos muy ascépticos) ha podido identificar. A mi juicio, el mayor problema para la ciencia no es la pseudociencia sino el mal uso del conocimiento científico en la sociedad, sus efectos causales sobre la realidad del individuo y de la sociedad.

Nautilus dijo...

David Dickson, en “Tecnología Alternativa”, argumenta que el 80 por ciento de la investigación científica se realiza en organismos o empresas ligadas directa o indirectamente a la defensa nacional y a la producción de mercancías vinculadas al consumo con intención de ventas. ¿A los productos químicos que se arrojaron en Vietnam lo hicieron los pseudocientíficos o los científicos? La ciencia es una actividad cognoscitiva que imputa una relación causal entre una clase deductiva de proposiciones fácticas y un conjunto más o menos heterogéneo de datos sensibles, tal que esa clase deductiva de proposiciones fácticas no se observan en los datos : son inferidos. Los datos confirman parcialmente una hipótesis y –Charles Sander Peirce dixit- “para una mente científica, una hipótesis siempre está en comprobación”. Al ser la ciencia una actividad cognoscitiva, no es independiente del cerebro humano, ni de los agentes que la producen. Ciertamente la electrodinámica cuántica es transcultural, sus ecuaciones lo son, pero quienes practican las ecuaciones no: son criaturas humanas atadas a un contexto, cuya decisión a la hora de defender el auténtico espíritu de la investigación científica es fundamental para la persistencia del saber objetivo y controlado. La aplicación de los sistemas hipotéticos deductivos más efectivos experimentalmente no tiene nada de racional, la tecnología no es más que un sistema incrustado en una sociedad capitalista, donde los celulares se venden como “medio de comunicación”… ¿o son de incomunicación? Se trata de saber si somos capaces de controlar el mismo conocimiento que somos capaces de generar.

Nautilus dijo...

Si, si desapareciera un gran número de científicos tendríamos muchos libros con información almacenada en medios materiales, pero ahora al rol de cientistas lo tendrían los nuevos estudiantes. La ciencia jamás es independiente de quienes la producen. Esto no implica negar sus pretensiones de objetividad.
De pronto, el cientista se revela como lo que es: un neurótico in albis que descubre grandes verdades pero que en su vida cotidiana es incapaz de resolver el más nimio conflicto social. La ciencia necesita una ética -separada del cuerpo imparcial de teorías sobre el universo y la materia, que nada dicen sobre cómo debe comportarse el hombre- si va a arrogarse un poder benéfico mayor al que puede ejecutar un ignorante en ciencia pero de gran compromiso moral y humanístico. He ahí una gran verdad que muchos científicos, verbigracia, Diego Golombek, es incapaz de ver. Según este biólogo, “la ciencia hace mejores personas”. Qué bien, yo quiero ser biólogo, para colegir enunciados éticos a partir de… ¿de qué? ¿La proposición de Golombek es una verdad o una sarta de sin sentidos, un bojuum carroliano? Es una falsedad mayor creer que por hacer ciencia te conviertes en “mejor persona”. El escepticismo ascéptico, esa corriente de evangelistas pseudocientíficos de Norteamérica –Sagan, Randy, Asimov- creían (y Randy aun cree) al parecer, que una ética se deriva de las proposiciones de la ciencia, error tan típico hoy en día como el nonsense de Golombek. No. De la ciencia no se sigue ninguna ética, y por lo tanto, denunciar a una pseudociencia por su potencial dañino tanto para el individuo como para la sociedad es falso. La ciencia es ciencia por su parcial confirmación o desconfirmación. Si yo puedo rebatir vía experimentos a una teoría, ¿es esa teoría ciencia? Yo creo que sí, porque la puedo refutar, rebatir: es falible, no infalible. La falibilidad, parafraseando a Peirce, es una de las principales características de un edificio conceptual.

Nautilus dijo...

El peor problema para el progreso fáctico y lógico del conocimiento científico, son los mismos evangelistas científicos que juzgan a la ciencia como una suerte de esperanza gloriosa que desciende del cielo y les otorga el canon de la moral, de la virtud y del progreso social. Reemplazar las necesidades imaginarias en un individuo puede traer como consecuencia una represión que se cuela de otro modo informativo y encubierto, aún más peligroso que el precedente. Puedo decir, por mi propia experiencia privada, y creo que es un hecho cierto a nivel social, que la mayoría de los científicos son personas sin la más mínima empatía social, sin consciencia emocional del sufrimiento de la gente y de sus esperanzas, temores y deseos más vehementes. Se refugian en una cápsula abstracta, pues, como ya dijo Ernesto Sábato, “no hay muchos sitios donde ocultarse en un paraboloide”. Si la ciencia quiere ser ciencia, a mi juicio, primero debe terminarse esa superstición infiltrada dentro del cuerpo de cientistas autoproclamados, tácitamente por supuesto, motores absolutos de la sociedad actual. Mientras tanto, la pseudociencia estará y crecerá dentro de la misma ciencia, perjudicándola nefastamente. En la medida que el científico se considere objetivo y perfectible, en la medida que el cientista pretenda un conocimiento del mundo externo, antes tendrá que haber conocimiento de sí mismo.