Historia de la lingüística

En el presente trabajo podremos advertir las sucesivas tentativas de abordaje al estudio de la lengua a lo largo de la historia, desde la Antigüedad Clásica hasta los últimos aportes ya con la posmodernidad por contexto socio cultural. Decimos tentativas de abordaje ya que adoptando los conceptos vistos en clase , notamos ausencia de ‘marcas de cientificidad’ en la mayor parte de la historia de los estudios lingüísticos dejando entrever dichas marcas a partir de la consolidación de la lingüística como ciencia “hecha y derecha” hacia fines del siglo XIX. Al mismo tiempo consideramos relevante notar los momentos importantes de la historia de la lingüística ya que las inflexiones en gran medida suponen desde siempre una preocupación en el hombre que busca desentrañar el medio con el que por antonomasia cuenta para conocer la realidad: el lenguaje.

La historia de la lingüística está construida desde la antigüedad por una tradición de ideas y tratados sobre el lenguaje tales como la retórica, la gramática, la filología, la morfología y la sintaxis para fundirse en esta ciencia que queda comprendida en la semiología y ésta a su vez en la psicología social. Así entonces los sucesos dispuestos en forma cronológica son detallados a continuación para concluir con algunas consideraciones que vinculen nuestro Seminario de Epistemología con la evolución de la lingüística como ciencia consolidada.


Mundo Griego

Se discuten dos cuestiones de carácter bastante general:

1) Hasta qué punto el lenguaje era “natural”, impuesto por la naturaleza del mundo y hasta qué punto “convencional” asumido tácitamente en determinadas comunidades lingüísticas por conveniencia comunicativa.

Natural-convencional


2) Hasta qué punto el lenguaje está inherentemente estructurado y ordenado mediante reglas (analógico) y hasta qué punto es irregular, variable e impredecible (anómalo).

Analógico-anómalo


Platón 427-348 AC dedicó uno de sus diálogos socráticos a cuestiones del lenguaje (El Cratilo). El interés de Platón es tomado por Aristóteles quien trato cuestiones lingüísticas relacionadas con la retórica y la crítica literaria. En sus obras aparece un primer análisis de la estructura: onoma y rhema (FN-FV). A partir de esta primera dicotomía asistimos a los inicios de un sistema de clases de palabras.


Los Estoicos

Estos concebían al lenguaje como la clave para llegar a comprender cómo funcionaba la mente humana.

En los años siguientes al 300 AC, miembros de la escuela estoica escribieron un número considerable de tratados específicamente lingüísticos, y está claro que desarrollaron una teoría general del lenguaje y, con ella, teorías sobre la fonología, la sintaxis y la semántica.

Los estoicos tenían una inclinación mentalista y racionalista. Para ellos, la lingüística era parte de la filosofía. Esta corriente desempeñó un papel muy importante en la identificación de las categorías gramaticales relevantes del griego. Sus análisis semánticos de los verbos griegos muestran una gran intuición y desarrollaron con éxito la división sintáctica de la oración de Platón y Aristóteles en un sistema de cuatro- y después de cinco- distinta clases de palabras. Pero por lo que se conoce ahí se detuvieron. La lingüística de los estoicos continúo hasta que fueron cerradas junto con otras escuelas paganas por Justiniano en el 529, debido a su incorporación al saber cristiano.


Los alejandrinos.

Al mismo tiempo que los estoicos avanzan en sus estudios sobre el lenguaje aparecen los alejandrinos para imponerse a través de las triunfales conquistas de Alejandro Magno.

Se crean dos famosas escuelas para la enseñanza del griego: Pérgamo y Alejandría. Los estudiosos sentían la necesidad de preservar los niveles literarios de la gramática griega y del estilo griego alcanzados por los grandes autores de la época clásica. Aparece en este contexto una de las gramáticas más famosas, la de Dionisio de Tracia, en torno al año 100 AC. En esta Dionisio definía la gramática como el estudio empírico del uso de los poetas y escritores. Ésta era una concepción de los estudios lingüísticos muy diferente a la de sus predecesores y a la de sus contemporáneos estoicos. La polémica se instaló entre aquellos que deseaban mantener la lingüística como disciplina filosófica basada en los que se creían principios verdaderamente científicos (estoicos) y aquellos otros que eran decididamente empiristas, acudiendo a la observación externa de las obras de los escritores como método y justificación.

Los alejandrinos desarrollaron ocho clases de palabras: nombre, verbo, participio, artículo, pronombre, preposición, adverbio y conjunción; y las categorías de caso, tiempo, número, género, etc. Estas clasificaciones se convirtieron en modelos para otras gramáticas griegas y para la detallada descripción de la sintaxis del griego llevada a cabo por Apolonio Díscolo en torno del año 200 AC.

La morfología de Dionisio y la sintaxis de Apolonio fueron las bases de la enseñanza del griego y dieron lugar a un gran número de comentarios, compendios y otros apoyos didácticos a lo largo del imperio de Oriente y el periodo bizantino.



Mundo romano

Los estudiosos romanos concebían la representación de la fonología y la gramática del latín de manera muy similar a los griegos debido a la contaminación existente entre ambas lenguas.

Aparece un importante estudioso latino Marco Terencio Varrón (116-27 AC) quien establece una división del léxico latineen palabras flexionadas (“productivas”) y no flexionadas (“estériles”). Varrón realizó una larga y prolija disquisición sobre la lengua latina, en la que investigó su historia, su uso contemporáneo y su estructura gramatical.

Desde los primeros tiempos de la era cristiana apareció un número importante de gramáticas del latín. Presentaban al latín basado lo más posible en el marco teórico proporcionado por las gramáticas griegas existentes. Todas estaban orientadas hacia la literatura en su planeamiento educativo y tenían fines didácticos. Las más destacadas fueron, por un lado la de Dionisio (S. IV) que consistía en un manual que resumía de forma catequística lo esencial de la ortografía, fonología, morfología del latín. Por el otro la de Prisciano (500) Institutione Grammaticae. A este estudioso se lo considera como el eslabón entre la antigüedad clásica y la Edad Media en Europa. En su extenso tratado sobre la gramática del latín se basa completamente en modelos griegos en cuanto al método y a la teoría, traduce a Apolonio, en algunos casos casi palabra por palabra, al latín con ejemplos latinos.


La Europa Medieval

Prisciano y Donato constituían la base para el estudio de la gramática en la Edad Media y para la enseñanza del latín.

Prisciano proporcionó el material para las gramáticas escolásticas.

Donato proporcionó en sus textos la brevedad, concisión y disposición que facilitaba el aprendizaje.

Se plantea una reinterpretación filosófica, se justifica la gramática de Prisciano dentro de la filosofía católica en la forma establecida por Santo Tomás de Aquino (1224-1274). Esta filosofía, conocida como tomismo, era una síntesis de la lógica y la metafísica aristotélica y de la fe cristiana, tal y como fue enseñada por los padres de la iglesia.

Aparecen entonces las gramáticas especulativas. Ninguna de éstas es fácil de leer; aunque bastantes breves, están escritas en una forma especializada del latín medieval, con un extenso conjunto de términos técnicos que designaban los conceptos teóricos implicados.

La gramática ahora estaba fuertemente controlada por los filósofos. El largo predominio de la gramática de Dionisio, basada en lo literario, se vio eclipsada de momento en gran parte de Europa. Ahora se redefinía la gramática como un medio de relacionar el lenguaje con la mente humana. La teoría del lenguaje con la que operaban los gramáticos especulativos adoptaba tres niveles interrelacionados: realidad externa o formas en que el mundo existe, sus propiedades reales (modi essendi), las capacidades de la mente para aprehender y comprender éstas (modi intelligendi) y los medios a través de los cuales la humanidad puede comunicar esta comprensión ( modi significandi). Estas últimas pertenecían al dominio de la gramática y, por ello, los gramáticos eran conocidos como Modistae.

Los modistas diferenciaron el nombre y el verbo a través de dos modus distintos:

Modus entis: las cosas como entes con existencia continuada. Ej. Dolor, designa una parte permanente de la experiencia de los seres que sienten en el mundo.

Modus esse: fenómenos pasajeros limitados por el tiempo en los que participan los entes. Ej. Dolere, posee una referencia a un espacio temporal, a estados pasajeros de cualquier ser que siente.

Los gramáticos modistas lograron importantes resultados con notables consecuencias en la historia lingüística. Por primera vez en la tradición lingüística europea, se formuló una teoría general abstracta de la sintaxis, basada en la unión (compositio) del modus entis del nombre y el modus esse del verbo y en la previsión de la subordinación y de la recursividad.

El legado más importante de la gramática especulativa es la teoría de la gramática universal o de los universales lingüísticos. El mundo era uno, las capacidades y operaciones de la mente humana, heredadas genéticamente –o como ellos dirían- creadas por Dios, eran las mismas en todos los hombres y, por tanto, el lenguaje era uno y el mismo en cualquier parte, las aparentes diferencias las consideraban meros accidentes.

El Renacimiento: la lingüística en la Europa moderna

Redescubrimiento y renovación de la Grecia y la Roma clásicas. A partir del siglo XV, el corpus de la literatura clásica, pronto estuvo disponible en forma impresa, y los clásicos se establecieron como base de una plena educación para las clases altas de Europa. En esta época se concedió una seria atención a la recuperación y uso de la pronunciación adecuada del griego y del latín clásicos como en la época áurea. Erasmo, una de las figuras del Renacimiento, escribió un célebre diálogo sobre la correcta pronunciación de las dos lenguas clásicas.

El año 1453 marcó la extinción final del Imperio Bizantino, descendiente directo del antiguo Imperio Romano. Los problemas de Bizancio habían favorecido ya a la renovación de los estudios griegos en Europa al animar a importantes estudiosos a emigrar a Occidente y a aceptar puestos docentes en Italia y otros lugares. Poco después de 1453, en 1492, el descubrimiento del Nuevo Mundo inauguraba la expansión de Europa hacia el Este, al Oeste y el Sur, sometiendo la lingüística europea al desafío de un número sin precedentes de lenguas recién descubiertas, muy distintas fonológicas y gramaticalmente a cualquier otra hasta entonces conocida. El latín perduró pero se enfrentó a la creciente rivalidad de las lenguas vernáculas de las comunidades lingüísticas europeas más importantes: el inglés, el francés, el italiano, el español y el alemán. La aparición de los estados nacionales y de una clase media comercial y laica y, especialmente en los países protestantes, el uso regular de las lenguas vernáculas en los servicios eclesiásticos y en las traducciones de la Biblia aumentó el status y la relevancia de las lenguas modernas de Europa.

Hacia 1500, la imprenta ya estaba afianzada, por lo que la producción de libros funcionaba plenamente. Esto facilitó la difusión del conocimiento, incluido el de las lenguas antiguas y nuevas.

La lingüística europea ya no podía equipararse al estudio lingüístico del latín y griego. Estas lenguas siguieron estudiándose, en sus formas clásicas, como importantes campos del saber, pero los horizontes lingüísticos de Europa se extendieron enormemente. América, África, el subcontinente indio, el sudeste de Asia y el Lejano Oriente mostraron a los europeos lenguas de increíble complejidad morfológica.

Producto conjunto de los estudios de las lenguas vernáculas europeas, del resurgimiento del latín y el griego clásicos y de la expansión de los horizontes lingüísticos europeos fue el comienzo de serios estudios tipológicos e históricos, frente a las observaciones esporádicas, aisladas y normalmente mal informadas que se habían realizado en las épocas anteriores sobre estos aspectos de la lingüística.

En 1492 aparece la primera gramática castellana de Antonio de Nebrija, en la que se eleva esta lengua a la categoría de la Toscana, heredera privilegiada del latín.

Durante todo el siglo XVI aparecen gramáticas de lenguas vernáculas (español, francés), de lenguas indígenas (quechua, náhuatle), lo que demuestra la necesidad que tienen el nacionalismo político, por un lado, y la Iglesia por otro, de disponer de un instrumento de identificación y de divulgación respectivamente.

La Ilustración

En efecto, durante el Renacimiento, la eclosión de las lenguas vernáculas va a dar lugar a la revitalización de las investigaciones sobre la lengua perfecta o común. En esta línea aparece la Minerva de el Brocense o la conocida gramática de Port-Royal, que actúa como eslabón entre las teorías racionalistas del s. XVII y las del XVIII.

A propósito del origen del lenguaje y sus relaciones con el pensamiento, el siglo XVIII se halla dividido entre hipótesis racionalistas e hipótesis empírico sensistas. Muchos pensadores de la Ilustración están influidos por los principios cartesianos que se habían expresado, a nivel semiótico, en la Grammaire (1660) y La Logique (1692) de Port-Royal.

La lingüística comparada

Será con la llegada del romanticismo cuando se produzca un importante resurgir de todo lo que tenga que ver con la cultura de los pueblos y de las naciones, con sus particularidades, y en consecuencia, con lo que pudiera significar la expresión del alma del pueblo. En este contexto, uno de los aspectos más apreciados será el de las lenguas nacionales como principal expresión del alma de los pueblos, de ahí el resurgimiento en esta época de abundantes estudios comparativos, etnográficos y descriptivos relacionados con la lengua. Las lenguas tienen vida, se quiere saber cómo son, por qué cambian, para qué se usan realmente, cuál es su origen. Se busca el parentesco entre las distintas lenguas, las leyes que expliquen las analogías, los elementos comunes y diferenciales, etc.

El descubrimiento del sánscrito significa todo un empujón en este sentido. En 1786, William Jones establece el parentesco del sánscrito con el latín, el griego y las lenguas germánicas. Posteriormente, en 1816, en una obra titulada Sistema de la conjugación del sánscrito, Franz Bopp comprendió que las relaciones entre lenguas parientes podían convertirse en una ciencia autónoma. Pero esta escuela, con haber tenido el mérito indisputable de abrir un campo nuevo y fecundo, no llegó a constituir la verdadera ciencia lingüística. Nunca se preocupó por determinar la naturaleza de su objeto de estudio. Y sin tal operación elemental, una ciencia es incapaz de procurarse un método. Hasta 1870, más o menos, no se llegó a plantear la cuestión de cuáles son las condiciones de la vida de las lenguas. Se advirtió entonces que las correspondencias que las unen no son más que uno de los aspectos del fenómeno lingüístico, que la comparación no es más que un medio, un método para reconstruir los hechos.

La lingüística propiamente dicha, que dio a la comparación el lugar que le corresponde exactamente, nació del estudio de las lenguas romances y de las lenguas germánicas. Poco después, se formó una escuela nueva, la de los neogramáticos, liderada por alemanes. Su mérito consistió en colocar en perspectiva histórica todos los resultados de las comparaciones, y encadenar así los hechos en su orden natural. Gracias a los neogramáticos ya no se vio en la lengua un organismo que se desarrolla por sí mismo, sino un producto del espíritu colectivo de los grupos lingüísticos. Al mismo tiempo se comprendió cuan erróneas e insuficientes eran las ideas de la filología y de la gramática comparada.

La lingüística descriptiva y teórica del siglo XX

Se atribuye a Saussure y a su gran influjo en Paris y Ginebra en la primera década de este siglo, el resurgir de la lingüística sincrónica. Además de su insistencia en que la lingüística general comprende las distintas e igualmente esenciales dimensiones sincrónica (descriptiva) y diacrónica (histórica), por lo que mejor se conoce a Saussure es por establecer el tratamiento estructural del lenguaje en la dimensión sincrónica. En síntesis, las lenguas deben ser observadas no como sumas de entidades, sino como, todos estructurados, donde cada nivel, (léxico, gramatical, fonológico) los elementos funcionan por sus relaciones con otros elementos del mismo nivel y deben definirse en esos términos. Aparece la teoría del fonema como resultado directo de este pensamiento. El término ya existía desde el siglo XIX, pero fue la Escuela de Praga la que desarrolló una teoría fonológica basada en el fonema. La parte más importante del concepto del fonema praguense residía en la noción de rasgo distintivo, quizás la única noción que ha afectado de modo irreversible a toda la lingüística de este siglo. Reinterpretado por Jakobson sobre bases acústicas, se adoptó en la fonología estructuralista americana junto con la fonética acústica y experimental, convirtiéndose posteriormente casi en la versión oficial del fonema en la lingüística generativa, modificándose de nuevo más tarde en términos fonéticos articulatorios en Chomsky y Halle (1968).

La lingüística como disciplina ampliamente reconocida y afanosamente estudiada alcanza su status propio con la expansión mundial de la educación universitaria, especialmente en Norteamérica. Hasta 1957, bajo la poderosa influencia de Bloomfield y de la generación inspirada por sus enseñanzas, la disciplina estaba dominada por una versión de la lingüística descriptiva rigurosamente empirista, observacional y formal, denominada posteriormente “taxonómica”. Inspirados por las exigencias metodológicas de las lenguas amerindias, que suponían un reto especial para los lingüistas americanos, así como por la convicción de Bloomfield de que el fisicalismo era el único método verdaderamente científico, estos lingüistas insistían en que sólo podrían aceptarse como datos válidos los fenómenos abiertamente observables en el habla o en la escritura y en que toda abstracción hecha a partir de los mismos debe justificarse mediante procedimientos explícitamente formulados y explícitamente refutables, en palabras de Bloomfield: “ la ciencia debe ocuparse únicamente de aquellos acontecimientos accesibles, en cada momento y lugar, a todos y cada uno de los observadores- o sólo de aquellos acontecimientos situados en coordenadas temporales o espaciales”.

Ésta era una lingüística empirista extrema. El material lo constituía un corpus observado de datos externamente registrados, considerados como muestra representativa, ya fuesen el resultado de un trabajo de campo en el territorio indio o el registro de cincuenta horas de conversación.

Las obras de los estructuralistas dieron a la lingüística el rigor y una precisión sin precedentes, así como una amplia variedad de excelentes descripciones de muchas lenguas, conocidas o recién descubiertas. Chomsky les ha rendido merecido tributo pero como lo hacían los gramáticos especulativos medievales en sus críticas a Prisciano, afirma, también en aras de la ciencia, que la lingüística puede y debe trascender esta adecuación descriptiva mediante una adecuación explicativa y una comprensión más profunda de lo que debe ser un hablante-oyente.

En esta forma más moderna del antiguo y persistente debate entre el racionalismo-empirismo, concibe la lengua como la clave para acceder a la mente y la lingüística como una rama de la psicología cognitiva.

La psicología cognitiva es una escuela de la psicología que se encarga del estudio de la cognición, es decir, los procesos mentales implicados en el conocimiento. Tiene como objeto de estudio los mecanismos básicos y profundos por los que se elabora el conocimiento, desde la percepción, la memoria y el aprendizaje, hasta la formación de conceptos y razonamiento lógico. Por cognitivo entendemos el acto de conocimiento, en sus acciones de almacenar, recuperar, reconocer, comprender, organizar y usar la información recibida a través de los sentidos.

Hija de la psicología cognitiva la disciplina que actualmente relaciona el proceso cognitivo y las facultades lingüísticas de los seres humanos se denomina neurolingüística, la cual estudia los mecanismos del cerebro humano que facilita el conocimiento y la comprensión del lenguaje, ya sea hablado, escrito o con signos establecidos a partir de su experiencia o de su propia programación. Debido a su naturaleza interdisciplinar, la lingüística, la neurobiología, y la lingüística computacional, entre otras, participan aportando diversas técnicas experimentales, así como perspectivas teóricas marcadamente distintas.

Históricamente, el término neurolingüística se ha asociado a menudo con el estudio de las afasias, el estudio de las carencias lingüísticas causadas por formas específicas de daño cerebral.

Otra metodología significativa en la neurociencia cognitiva del lenguaje es el modelo computacional que puede demostrar la inconsistencia de las hipótesis específicas acerca de la organización neuronal del lenguaje, mientras promueve nuevas predicciones para futuros estudios empíricos. Actualmente, diseñadores (modelers) computacionales colaboran más activamente con diseñadores (imagers) cerebrales coordinados también con psicólogos en programas interdisciplinares de estudio. Estos programas han producido nuevas y significativas aproximaciones en el estudio de la naturaleza del lenguaje, así como en disfunciones en el lenguaje que afectan a millones de personas, tales como el tartamudeo y la dislexia.


Cabe destacar que los desarrollos literarios no han sido incluídos en nuestro desarrollo histórico de la linguística. Creemos que la discusión supone mayores esfuerzos por incluirla y en este sentido el presente trabajo servirá para establecer los paralelismos que correspondan sino para considerar las nociones expuestas al momento de abordar tamaño propósito.

Informe preparado por:
Andrea Pérez dynalac@hotmail.com
Nicolás Granja granjanicolas@hotmail.com
Julio Haritzhandy jiharitzhandy@yahoo.com.ar

Profesorado en Letras
IES Nro. 2 Mariano Acosta